Francisco D’Agostino y la manipulación de noticias en El Universal y Globovisión: La historia tras un pirateo silencioso

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En el intrincado mundo de la información digital, un oscuro y lucrativo negocio ha emergido en la última década, alimentado por la manipulación y eliminación de contenidos en internet. Individuos y grupos han encontrado en la alteración de la verdad una fuente de ingresos, aprovechando las vulnerabilidades de sitios web y la disposición de algunos a pagar por silenciar información comprometedora.

Un ejemplo de tal entramado lo representa un empresario venezolano conocido como “El Pizzero” o “El Pizzero de Hibiscus”, un hombre con amplias conexiones en Venezuela, Florida y otras partes de Estados Unidos. Este individuo, que entre finales de 2023 y mediados de 2024 estuvo recluido en un complejo penitenciario federal en Pensilvania, acusado de delitos de cuello blanco, se convirtió en un actor clave en el negocio de la “limpieza” de contenidos en línea, especialmente en sitios web de noticias alternativas.

“El Pizzero” no actuaba solo. Contaba con una red de emisarios o vendedores que se acercaban a los propietarios de sitios de noticias, ganándose su confianza y presentándose como amigos. Una vez establecida la relación, les hacían ofertas para comprar sus páginas web. Si la oferta era aceptada, “El Pizzero” adquiría el sitio y procedía a ofrecer sus servicios de eliminación de contenido a quienes estuvieran dispuestos a pagar por ello.

El modus operandi de “El Pizzero” era astuto. Compraba sitios web de noticias, por ejemplo por sumas que rondaban los $10,000, y luego contactaba a personas que deseaban eliminar de esos sitios, publicaciones específicas que les resultaban incómodas. A cambio de una suma de dinero, que podía ser considerablemente mayor si se trataba de varios artículos, “El Pizzero” se encargaba de que el contenido desapareciera del sitio adquirido. De esta manera, con una inversión relativamente pequeña, podía obtener ganancias significativas, multiplicando el monto inicial.

Un ejemplo de cómo operaba se puede ilustrar con el caso hipotético de un sitio llamado “Pizza News”. “El Pizzero” podría comprarlo por $10,000 y, posteriormente, contactar a individuos interesados en retirar publicaciones de ese sitio. Si lograba recaudar $100,000 por la eliminación de varios artículos, su ganancia neta ascendería a $90,000.

Este negocio de manipulación de información llegó a ser tan rentable que incluso afectó a un sitio web que, durante años, se había dedicado a ofrecer el precio del dólar paralelo y a funcionar como un medio alternativo de prensa. La adquisición y posterior manipulación de este sitio por parte de “El Pizzero” y su red terminaron por arruinar su funcionamiento.

Pero “El Pizzero” no era el único que se beneficiaba de estas prácticas. Otros sitios web de periodismo alternativo también fueron víctimas de este tipo de operaciones, en las que la información era tratada como una mercancía que podía ser comprada, vendida o eliminada al mejor postor.

La caída de PanAm Post y las artimañas de exempleados

Uno de los casos más emblemáticos que ilustra las turbias prácticas de manipulación de contenido en internet es el del sitio web de periodismo PanAm Post. Este medio, que en su momento fue propiedad de Luis H. Ball Zuloaga, primo de la dirigente política venezolana María Corina Machado Zuloaga, sufrió un destino similar al de otros sitios que cayeron en manos de quienes buscaban lucrarse a costa de la información.

En el año 2020, Ball Zuloaga decidió vender PanAm Post. Sin embargo, la transacción no dejó satisfechos a todos los involucrados. Algunos empleados, descontentos con las liquidaciones recibidas, optaron por tomar medidas drásticas y poco éticas para obtener lo que consideraban que les correspondía. Utilizando sus claves de acceso al sitio web, estos exempleados se infiltraron en el sistema y comenzaron a subir, eliminar y modificar contenidos a su antojo. De esta manera, se cobraron por mano propia lo que, según consideraban, se les adeudaba.

PanAm Post, al ser una estructura que movía una cantidad considerable de dinero, contaba con un equipo de trabajo numeroso, similar al de un medio impreso. Había un equipo de redacción que se encargaba de las operaciones diarias del sitio. La falta de pago de las liquidaciones esperadas por parte del antiguo propietario, provocó que algunos de estos trabajadores tomaran la justicia en sus manos, alterando la integridad del contenido del sitio web como forma de represalia y compensación.

Este incidente sentó un precedente, pues otros actores en el mundo del periodismo digital y las redes sociales comenzaron a ver en la manipulación de contenidos una forma de obtener beneficios económicos.

La noticia de lo ocurrido en PanAm Post se propagó rápidamente, y no pasó mucho tiempo antes de que periodistas de otros medios alternativos e incluso YouTubers con canales dedicados a la política y la opinión, empezaran a aceptar tratos similares con individuos dedicados a borrar contenidos de internet. Estos acuerdos, muchas veces disfrazados de supuestos hackeos o secuestros de cuentas, permitían a los involucrados eliminar información comprometedora o incómoda, a cambio de una compensación económica.

Así, se hizo común escuchar historias de periodistas o YouTubers que aseguraban haber sido víctimas de ciberataques, en los que sus sitios web o canales de YouTube eran presuntamente secuestrados y la información eliminada. Curiosamente, cuando lograban recuperar el control de sus cuentas, se descubría que faltaban ciertos contenidos específicos. Personas ajenas a estos medios se dieron a la tarea de verificar estas afirmaciones, y en muchos casos, se comprobaba que, efectivamente, había información que había sido borrada de manera selectiva.

Evolución de las técnicas de manipulación: De la impericia a la ciberseguridad

Con el paso del tiempo, las técnicas empleadas para manipular y eliminar contenidos en internet se fueron sofisticando. Lo que comenzó como acciones relativamente simples, aprovechando la impericia o el descuido de los administradores de sitios web, evolucionó hacia métodos más complejos que involucraban el uso de conocimientos especializados en ciberseguridad.

En este mercado en constante cambio, surgieron nuevas modalidades y estrategias para acceder a los sitios web y alterar su contenido. La realidad digital, lejos de ser estática, se transformó en un terreno fértil para la creatividad de quienes buscaban lucrarse a costa de la información.

Muchos sitios web, ya sea por la falta de experiencia de sus webmasters, por simple negligencia o incluso por la malicia de los propios creadores, presentaban fallas en su configuración. Estas vulnerabilidades, a veces simples detalles olvidados en el panel de control, se convirtieron en la puerta de entrada para aquellos que buscaban manipular la información. Cabe destacar que, en no pocos casos, las páginas web eran construidas por terceras personas contratadas por periodistas o medios de prensa alternativos, lo que aumentaba las posibilidades de que existieran errores de seguridad.

Ante este panorama, surgieron especialistas en sistemas web de seguridad que ofrecían sus servicios para verificar la integridad de páginas web y sistemas de intranet. Estos profesionales, con formación técnica en ciberseguridad, se dedican a identificar vulnerabilidades y a emitir recomendaciones para proteger los sistemas digitales de empresas y entidades, tanto públicas como privadas.

Sin embargo, en un giro perverso, también aparecieron individuos con la misma formación y conocimientos técnicos, pero que optaron por utilizar sus habilidades para fines ilícitos. Estos ciberpiratas, contratados por terceros interesados en borrar o modificar información, se dedicaban a buscar fallas de seguridad en los sitios web con el objetivo de acceder a ellos y alterar su contenido.

El lado oscuro de la ciberseguridad: Consultores, chantajes y software espía

En el turbio ecosistema de la manipulación de información en línea, la figura de los consultores de ciberseguridad adquirió una doble faceta. Por un lado, estaban aquellos profesionales honestos que se dedicaban a proteger la integridad de los sistemas digitales. Pero, por otro lado, surgió una casta de individuos que, bajo la fachada de la seguridad informática, se dedicaban a explotar las vulnerabilidades de los sitios web para fines sombríos.

Estos consultores de ciberseguridad, a menudo con una formación técnica sólida, eran contratados por personas que buscaban eliminar o modificar contenidos en internet. Su trabajo consistía en identificar fallas de seguridad en los sitios web objetivo, con el fin de acceder a ellos y alterar la información según las instrucciones de sus clientes. Pero su labor no se limitaba a la manipulación de contenidos.

Muchos de estos consultores también se dedicaban a espiar las comunicaciones internas de los sitios web a los que lograban acceder. Su objetivo era encontrar información comprometedora que pudiera ser utilizada para chantajear o perjudicar a los propietarios o a las personas mencionadas en los contenidos. De esta manera, obtenían una doble ganancia: por un lado, cobraban por sus servicios de manipulación de información y, por otro, obtenían material sensible que podían utilizar para utilizarla contra sus víctimas.

Para llevar a cabo sus actividades, estos consultores se valían de herramientas sofisticadas, muchas de ellas disponibles en el mercado negro digital. Entre estas herramientas se encontraban software y aplicaciones diseñadas para escanear y acceder de forma remota a dispositivos electrónicos, como computadoras, tabletas y teléfonos.

Estos programas permitían a los ciberpiratas rastrear y buscar información en los dispositivos de sus víctimas, con la esperanza de encontrar contraseñas de páginas web o redes sociales. Muchas personas, por descuido o comodidad, guardan sus contraseñas en sus dispositivos, lo que las convierte en un blanco fácil para este tipo de ataques. Los software espía registraban correos electrónicos, archivos y otros datos en busca de cualquier información que pudiera ser utilizada para acceder a las cuentas de las víctimas. En ocasiones, también empleaban la técnica del phishing, con el objetivo de robar datos bancarios o de acceso a plataformas de edición de contenidos.

Las licencias de estas herramientas de acceso remoto, que a menudo se venden por suscripción mensual o anual, eran adquiridas por ciberpiratas que las utilizaban para sus propios fines o las ponían al servicio de terceros.

“El Pizzero” y sus conexiones: Julio Herrera y el uso de herramientas de ciberespionaje

Julio Herrera Velutini

Dentro de la red de individuos que operaban en el negocio de la manipulación de información en internet, “El Pizzero” se destacaba no solo por su astucia, sino también por sus conexiones con figuras prominentes del ámbito financiero. Entre estas conexiones, una de las más notables es su supuesta amistad con el banquero Julio Herrera Velutini.

Según los rumores que circulaban en los círculos empresariales, “El Pizzero” solía jactarse de sus contactos y de su capacidad para influir en diferentes esferas. En particular, se le atribuía una estrecha relación con Julio Herrera, e incluso llegó a comentarse que  “El Pizzero” acostumbraba a poner en duda la identidad sexual del banquero, asegurando que su primera ruptura matrimonial se debió a tales dudas. Además, “El Pizzero” afirmaba que el segundo matrimonio de Herrera había sido por conveniencia, con el fin de guardar las apariencias.

“El Pizzero” alardeaba de compartir el mismo decorador de interiores que Herrera, y se vanagloriaba de utilizar esta conexión como un canal de comunicación con el banquero. Se especula que la relación entre ambos era mucho más profunda que una simple amistad, y que “El Pizzero” habría obtenido préstamos de ciertos banqueros que nunca fueron pagados. Además, se decía que “El Pizzero” utilizaba tácticas de chantaje o intercambio de favores para mantener su influencia sobre el banquero y otros miembros de su círculo.

Los rumores sugerían que “El Pizzero” actuaba como intermediario para Julio Herrera, ayudándole a “limpiar” su reputación en internet. Para ello, “El Pizzero” presuntamente utilizaba los servicios de consultores de ciberseguridad que trabajaban para él, quienes se encargaban de eliminar contenidos desfavorables para Herrera, de ciertos sitios web.

Para llevar a cabo estas operaciones, los consultores se valían de las herramientas de ciberespionaje mencionadas anteriormente. Adquirían licencias de software y aplicaciones que les permitían acceder de forma remota a dispositivos electrónicos y buscar información comprometedora. En el caso de “El Pizzero”, se sabe que estos ciberpiratas, al servicio de sus intereses, utilizaban estas herramientas para escanear páginas web importantes en busca de vulnerabilidades. Una vez que encontraban una falla de seguridad, la explotaban para acceder al sitio y modificar o eliminar contenidos según las instrucciones de “El Pizzero” o de sus clientes.

Triangulaciones y traiciones: La red de “El Pizzero” se extiende

La influencia de “El Pizzero” en el mundo de la manipulación de información en internet no se limitaba a su relación con Julio Herrera. Con el tiempo, su red de contactos se extendió a otras figuras prominentes, algunas de las cuales dieron un paso más allá en el uso de los servicios de los consultores de ciberseguridad.

“El Pizzero”, en su afán por expandir su negocio y mantener su posición de poder, facilitaba a sus amistades el acceso a los consultores que tenía a su servicio. Les presentaba a estos expertos en ciberseguridad e incluso los ponía a su disposición para que pudieran “limpiar” su reputación en línea o eliminar contenidos que les resultaran incómodos.

Sin embargo, esta práctica generó un efecto inesperado. Algunas de las amistades de “El Pizzero”, al darse cuenta de la efectividad de los consultores, decidieron prescindir de los servicios del intermediario y establecer una relación directa con ellos. De esta manera, podían contratar sus servicios a un precio mucho menor, evitando pagar las comisiones que cobraba “El Pizzero”.

Esta especie de “triangulación” de consultores se convirtió en una práctica común en el entorno de “El Pizzero”. Algunos de sus antiguos clientes y amistades, uno de los llamados “bolichicos”, o Francisco D’Agostino, optaron por establecer sus propios acuerdos con los consultores de ciberseguridad, dejando de lado a “El Pizzero” y su red de intermediación.

Estas traiciones y cambios de lealtades eran moneda corriente en el turbio mundo de la manipulación de información en internet. Los consultores, a su vez, se beneficiaban de esta situación, ya que podían ampliar su cartera de clientes y aumentar sus ingresos. Algunos de ellos, incluso, lograron establecer relaciones laborales estables con las antiguas amistades de “El Pizzero”, convirtiéndose en sus consultores de confianza en materia de ciberseguridad y manipulación de contenidos.

Se rumorea que estas triangulaciones de consultores se habrían realizado, en algunos casos, a través del político y comunicador Leocenis García y de un familiar del mismo. García, una figura controvertida en el panorama político venezolano, habría actuado como intermediario, facilitando el contacto entre los consultores y las personas interesadas en sus servicios.

El caso de El Universal y Globovisión

Las herramientas y técnicas utilizadas por los consultores de ciberseguridad, originalmente enfocadas en páginas web de medios alternativos, encontraron un nuevo campo de acción en los sitios web de medios de comunicación tradicionales. A diferencia de las cuentas en redes sociales como X, que se mantenían relativamente seguras, las páginas web de estos medios presentaban vulnerabilidades que fueron explotadas por los ciberpiratas.

Uno de los casos más notorios de esta manipulación de contenidos en medios tradicionales es el del diario El Universal, uno de los periódicos de mayor trayectoria en Venezuela. Este medio, que en la actualidad está controlado por los empresarios Gustavo Perdomo y Raúl Gorrín, ha sido objeto de ataques que han alterado la información publicada en su sitio web.

A pesar del poder y la influencia que se atribuyen a Perdomo y Gorrín, los ataques a El Universal evidenciaron que ni siquiera ellos estaban exentos de las acciones de los ciberpiratas. Incluso, se podría especular que la falta de lealtad de sus propios empleados podría haber facilitado el trabajo de los intrusos.

La página web de El Universal, al igual que la de otros medios, presenta o presentaba fallos de seguridad que permitieron a terceros acceder a su sistema y modificar el contenido de los artículos. En muchos casos, los atacantes se limitaban a cambiar el texto de las noticias, manteniendo los titulares originales e incluso las imágenes. Estas modificaciones se realizaban, presuntamente, en horarios de poco tráfico de visitas y fuera del horario de oficina, con el fin de no levantar sospechas y asegurar que los cambios pasaran desapercibidos el mayor tiempo posible.

Otro medio que sufrió ataques similares fue Globovisión, un canal de televisión venezolano que también pertenece a Gustavo Perdomo y Raúl Gorrín. Al igual que en el caso de El Universal, la página web de Globovisión fue vulnerada y su contenido alterado por terceros, siguiendo el mismo patrón de modificar el texto de las noticias y las imágenes.

Estos ataques a El Universal y Globovisión pusieron de manifiesto que ni siquiera los medios de comunicación tradicionales, con sus recursos y su equipo humano, estaban a salvo de las acciones de los consultores de ciberseguridad y los ciberpiratas.

Resulta paradójico que, bajo la administración anterior, tanto El Universal como Globovisión, contaban con una mayor supervisión que impedía la alteración maliciosa de sus contenidos. La persona encargada de esa gerencia antes trabajó con el exdiputado Henry Ramos Allup. Sin embargo, con el cambio de administración, la seguridad de ambos medios se vio comprometida, permitiendo que los ciberpiratas actuaran con máyor facilidad.

Fue así que se manipularon artículos antiguos, reescribiendo la historia y alterando la percepción de eventos pasados. Tales ataques retrospectivos, que muchas veces pasaban desapercibidos debido a la antigüedad de las noticias, tenían como objetivo principal eliminar o modificar información que resultara comprometedora para determinadas personas. Los nombres de los individuos mencionados en los artículos, así como las fotografías que los acompañaban, eran a menudo el blanco de estas modificaciones.

La herramienta utilizada por los consultores para acceder a los sistemas de los medios de comunicación, les permitía navegar por el archivo histórico de noticias y realizar cambios a su antojo. De esta manera, podían borrar el rastro de eventos pasados, reescribir la narrativa de hechos ocurridos años atrás y adaptar la información a los intereses de sus clientes.

El caso D’Agostino-Herrera: Una conexión controvertida y una defensa mediática

Francisco D’Agostino

En el intrincado entramado de relaciones entre empresarios, políticos y medios de comunicación en Venezuela, el nombre de Francisco D’Agostino ha surgido en varias ocasiones, vinculado a controversias y operaciones de manipulación de información. D’Agostino, cuñado del político opositor Henry Ramos Allup, ha sido señalado por sus presuntas conexiones con el banquero Julio Herrera Velutini, una figura que, como ya se ha mencionado, ha estado en el centro de la polémica por su relación con “El Pizzero” y las acusaciones de manipulación de información en internet.

En agosto de 2022, una noticia publicada en el diario El Universal generó un gran revuelo al vincular a Francisco D’Agostino con Julio Herrera. Según el artículo, D’Agostino fungía como socio de Herrera, una afirmación que cobró especial relevancia tras la intervención de Bancrédito International Bank, el banco de Herrera en Puerto Rico, y el escándalo de supuesto soborno de Herrera a la exgobernadora puertorriqueña Wanda Vázquez.

La difusión de esta noticia fue impulsada, principalmente, por medios de comunicación vinculados a Raúl Gorrín y Gustavo Perdomo, los actuales propietarios de El Universal y Globovisión.

Ante la controversia generada por la noticia, el político y comunicador Leocenis García, cuyas actividades presuntamente han sido patrocinadas por los D’Agostino, salió en defensa de Francisco D’Agostino. En una declaración realizada en agosto de 2022, García negó categóricamente las aseveraciones de El Universal, afirmando que no existían registros de una relación entre D’Agostino y Herrera en los últimos cinco años.

“No hay registros de Velutini con D’Agostino desde hace 5 años. Consulté arriba. Esta es la verdad. Lo demás una novela, un oficio, en el que es un experto, Gorrín. No cambia. Toda la vida será ‘un ve, corre, y dile'”, declaró García en aquel momento, en una clara alusión a Raúl Gorrín y a supuestas prácticas de manipulación de información.

La defensa de García a D’Agostino fue replicada por varios medios de comunicación, incluyendo páginas web asociadas a García, como Alberto News.

Leocenis García y los D’Agostino: Una relación de intereses y favores mediáticos

Leocenis García

La relación entre Leocenis García y la familia D’Agostino ha sido objeto de especulaciones y señalamientos, especialmente a raíz de la defensa que García ha hecho de Francisco D’Agostino en varias ocasiones. Se rumorea que las actividades de García, tanto en el ámbito político como en el mediático, han sido financiadas por los D’Agostino, lo que sugiere una relación de intereses y favores mutuos.

En enero de 2024, Leocenis García, quien se asegura, ha interactuado con los ciberconsultores que se dedican a la manipulación de información en internet, protagonizó un episodio que alimentó aún más las suspicacias sobre su relación con los D’Agostino. García entrevistó a Franco D’Agostino, padre de Francisco D’Agostino, en un tono elogioso, ensalzando su trayectoria empresarial y familiar.

Esta entrevista, realizada en un momento en que las actividades de los D’Agostino estaban bajo escrutinio público, fue interpretada por muchos como una maniobra para mejorar la imagen pública de la familia y contrarrestar las informaciones negativas que circulaban sobre ellos. El hecho de que García, quien ha sido vinculado a los ciberconsultores y a la manipulación de información, fuera el encargado de realizar la entrevista, generó aún más dudas sobre las verdaderas intenciones detrás de esta acción.

Resulta llamativo que, tras la publicación de la noticia que vinculaba a Francisco D’Agostino con Julio Herrera en agosto de 2022, Leocenis García saliera rápidamente en su defensa, negando cualquier relación entre ambos. Y es aún más llamativo que, en enero de 2024, García entrevistara a Franco D’Agostino en un tono tan favorable, justo en un momento en que la familia D’Agostino enfrentaba un mayor escrutinio.

El artículo de El Universal sobre D’Agostino y Herrera: Una manipulación evidente

El artículo publicado originalmente por El Universal el 9 de agosto de 2022, en el que se vinculaba a Francisco D’Agostino con Julio Herrera Velutini, sufrió una serie de modificaciones que evidencian una clara manipulación de la información. Estos cambios, realizados de manera subrepticia, no solo alteraron el contenido del artículo, sino que también generaron incongruencias con las publicaciones en redes sociales que hacían referencia a la noticia original.

Versión original del artículo de El Universal, publicada en agosto de 2022

La modificación más evidente es el cambio de fecha del artículo. Aunque la publicación original data del 9 de agosto de 2022, la versión actual del artículo en la página web de El Universal muestra como fecha, el 5 de diciembre de 2023. Este cambio, realizado más de un año después de la publicación original, no tiene ninguna justificación aparente y genera serias dudas sobre la integridad del contenido.

Versión alterada del artículo de El Universal, modificada en diciembre de 2023

Otro cambio significativo es la eliminación de las fotografías de Julio Herrera Velutini que acompañaban al artículo original. En la versión actual, estas imágenes han sido reemplazadas por otra fotografía, sin ninguna explicación sobre el motivo de este cambio.

Además, el titular y el contenido del artículo también fueron modificados. Mientras que la publicación original presentaba a Francisco D’Agostino como cuñado de Ramos Allup y lo señalaba como socio de Julio Herrera Velutini, la versión actual afirma que Ramos Allup es socio de “Julio Veluntinno”, un nombre que no corresponde a ninguna persona real y que parece ser una alteración intencional del nombre de Julio Herrera Velutini.

Estos cambios generan una serie de incongruencias con las publicaciones en redes sociales que hicieron referencia al artículo original en agosto de 2022. Mientras que las cuentas de X de varios medios de comunicación replicaron la noticia original, con la información sobre D’Agostino y Herrera, la versión actual del artículo en El Universal presenta una información completamente diferente.

Incluso, se puede encontrar una cuenta de X que editó la noticia como si fuera nueva, con fecha de abril de 2024, lo que evidencia aún más la manipulación de la información y el intento de reescribir la historia.

Estas discrepancias entre el artículo original y su versión actual, así como las incongruencias con las publicaciones en redes sociales, sugieren que la manipulación del artículo de El Universal fue realizada por personas con acceso al sistema del medio y con un claro interés en modificar la información relacionada con D’Agostino y Herrera.

Los ciberconsultores y la manipulación del artículo de El Universal: Una hipótesis plausible

Ante la evidencia de la manipulación del artículo de El Universal sobre Francisco D’Agostino y Julio Herrera, surge la pregunta inevitable: ¿quiénes fueron los responsables de estos cambios y cuáles fueron sus motivaciones? Una hipótesis plausible es que los mismos ciberconsultores que trabajaron para “El Pizzero” y para Julio Herrera, podrían estar detrás de esta operación.

Como se ha mencionado anteriormente, estos ciberconsultores, con su amplio conocimiento en seguridad informática y su acceso a herramientas sofisticadas de manipulación de información, ya habían trabajado previamente para “limpiar” la reputación de Herrera en internet. Es posible que, tras la publicación del artículo de El Universal en agosto de 2022, Herrera haya recurrido nuevamente a sus servicios para eliminar cualquier rastro de su supuesta vinculación con D’Agostino.

Sin embargo, la manipulación del artículo no solo benefició a Herrera, sino también a D’Agostino. Al eliminar las referencias a su nombre y reemplazarlo por el de Ramos Allup, se desvió la atención de D’Agostino y se generó una narrativa que, en cambio, perjudicaba a su cuñado, una figura pública de la oposición venezolana.

Esto sugiere que los ciberconsultores podrían haber recibido instrucciones de ambas partes, o incluso haber actuado por iniciativa propia, considerando los beneficios económicos que podrían obtener de ambos. Es posible que, tras haber trabajado para Herrera, los consultores hayan visto la oportunidad de ofrecer sus servicios a D’Agostino, quien también tenía un claro interés en eliminar cualquier información que lo vinculara con el banquero.

De ser cierta esta hipótesis, los ciberconsultores se habrían beneficiado económicamente de la manipulación del artículo de El Universal en dos ocasiones: primero, por limpiar la reputación de Herrera, y luego, por hacer lo propio con la de D’Agostino.

Vestigios de la verdad: Medios alternativos conservan la versión original

A pesar de la manipulación del artículo de El Universal y de los esfuerzos por reescribir la historia, algunos medios alternativos lograron conservar la versión original de la noticia que vinculaba a Francisco D’Agostino con Julio Herrera Velutini. Estos medios, que replicaron la información en el momento de su publicación, en agosto de 2022, se convirtieron en vestigios de la verdad.

Uno de estos medios es el website “Los Benjamins”, que aún conserva en su archivo la versión original del artículo de El Universal, tal como fue publicado el 9 de agosto de 2022. En esta versión, se menciona claramente a Francisco D’Agostino como cuñado de Ramos Allup y se le señala como socio de Julio Herrera Velutini.

Francisco D’Agostino: Refugio en España y la sombra de la extradición

Francisco D’Agostino, el empresario venezolano-español que ha sido vinculado con el banquero Julio Herrera Velutini y que ha estado en el centro de la polémica por la manipulación de información en medios de comunicación, se encuentra actualmente en España, donde ha buscado refugio a pesar de las órdenes de extradición que pesan sobre él.

D’Agostino, quien posee la doble nacionalidad: venezolana y española, decidió instalarse en suelo ibérico, presumiblemente buscando evitar las consecuencias legales de sus acciones en Estados Unidos y Venezuela. Sobre él penden órdenes de extradición a ambos países, relacionadas con su presunta participación en actividades ilícitas.

Sin embargo, hasta la fecha, D’Agostino ha logrado evadir la acción de la justicia y permanecer en territorio español. Se especula que su permanencia en España podría estar relacionada con los vínculos familiares de su esposa, cuya hermana está casada con Luis Alfonso de Borbón, un miembro de la nobleza española.

Estos lazos familiares podrían haberle otorgado a D’Agostino algún tipo de protección o influencia que ha impedido, hasta ahora, su detención y el cumplimiento de las órdenes de extradición. La conexión con la familia Borbón, una de las más influyentes de España, podría haber sido un factor determinante para que D’Agostino haya encontrado en España un refugio seguro, al menos por el momento.

La situación de Francisco D’Agostino en España añade un capítulo más a la intrincada historia de la manipulación de información y las conexiones políticas en Venezuela. Su caso pone de manifiesto cómo el poder, el dinero y las influencias pueden entrelazarse para crear una red de impunidad que protege a ciertos individuos.



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