En el marco de un evento histórico para la fe venezolana, la Basílica de San Pedro en el Vaticano se ha convertido en el escenario, este domingo 19 de octubre, de la solemne ceremonia de canonización que eleva los altares a José Gregorio Hernández y a la madre Carmen Rendiles. Presidido por el papa León XIV, este acto no solo cumple el anhelo de millones de devotos, sino que inscribe oficialmente el nombre del “Médico de los Pobres” como el del primer santo varón de la Nación, un hito de profundo significado espiritual y social.
Sin embargo, en la víspera de tan magno acontecimiento, una maniobra mediática introdujo una nota de disonancia. El periodista César Batiz, director del medio digital El Pitazo, anunció la publicación de un reportaje, prometiendo desvelar la identidad y los detalles detrás del empresario venezolano que habría sido objeto del que, de haberlo logrado, pudo haber sido el segundo milagro oficialmente reconocido por el Vaticano, atribuido a José Gregorio Hernández; un milagro que, paradójicamente, no fue necesario para su ascenso a la santidad. Batiz prometió revelar “quién es” este empresario y los pormenores de su historia, sembrando un enigma sobre un asunto que, en realidad, tiene poco de misterio, según ha dado a conocer Reporte de la Economía.
Lo que ha sido presentado como un reportaje de alto impacto, una suerte de revelación guardada para un momento de máxima atención, no ha sido más que el eco de una historia ya contada. Pese a la fanfarria del anuncio, la identidad del empresario y su intrincada relación con el proceso de canonización no han constituido una novedad. La narrativa que se ha pretendido exponer como una exclusiva ha sido de dominio público durante meses, documentada y difundida por otros medios de comunicación que no necesitaron esperar a la víspera de la canonización para informar a su audiencia.
De hecho, desde al menos el año 2023, diversos portales de noticias, como El Publique, Hable.se, Reporte de la Economía o Ciudad Gótica News, ya habían desgranado con detalle la trama que ahora se ha anunciado como un “destape”. Estos medios ya pusieron nombre y apellido al beneficiario del supuesto prodigio: el empresario Gonzalo Morales Divo, cuya trayectoria y polémicos antecedentes han sido objeto de investigación periodística mucho antes del reciente anuncio de Batiz, que ahora presenta su historia como una novedad.
Un camino extraordinario a los altares: La vía de la canonización equivalente
La controversia avivada por el anuncio periodístico sobre el milagro no requerido palidece ante la singularidad del camino eclesiástico que finalmente ha conducido a José Gregorio Hernández a la santidad. Queda claro que las gestiones impulsadas por Gonzalo Morales Divo y un grupo de clérigos para validar su caso como el segundo prodigio necesario fueron, en última instancia, dejadas de lado. La Santa Sede optó por un protocolo más directo y excepcional, uno que hizo innecesaria la presentación de nuevas pruebas milagrosas. Entre los religiosos promotores del fallido proceso ordinario estuvieron el padre Gerardino Barracchini, encargado de la causa de José Gregorio Hernández, y el arzobispo de Miami, Thomas Wenski.

El procedimiento que finalmente hizo posible el ascenso del beato José Gregorio Hernández a la santidad , conocido como “canonización equivalente”, es una vía extraordinaria reservada para figuras cuya veneración popular es tan arraigada y sostenida en el tiempo que la Iglesia la considera una prueba irrefutable de su santidad. En estos casos, el Sumo Pontífice, ejerciendo su “infalibilidad”, puede ordenar el culto universal de un beato sin la necesidad de verificar un segundo milagro, como dicta el proceso ordinario. La decisión se fundamenta en dos pilares: la existencia de una devoción prolongada, constante y extendida entre los fieles, y la plena comprobación de las virtudes heroicas del candidato.
Fue el papa Francisco quien, antes de su fallecimiento en abril de 2025, determinó que la figura de José Gregorio Hernández cumplía holgadamente con estos criterios. El fervor popular que ha rodeado al “Médico de los Pobres” durante más de un siglo fue considerado un testimonio viviente y poderoso de su intercesión. En consecuencia, Francisco eximió el requisito del segundo milagro, autorizando que la causa avanzara por esta senda extraordinaria, allanando así el camino que, bajo el pontificado de su sucesor, León XIV, tiene su culminación este domingo 19 de octubre.
El rostro detrás del milagro descartado: ¿Quién es Gonzalo Morales Divo?

Mientras la Iglesia ha optado por una vía solemne y directa para la canonización, la figura de Gonzalo Morales Divo permanece en el centro de una historia paralela, esa que ahora el periodista César Batiz intenta presentar como una novedad. Pero, ¿Quién es este empresario venezolano cuyo supuesto milagro, aunque finalmente irrelevante para la causa, generó tanto revuelo? Su perfil dista mucho de ser el de un devoto anónimo, pues de hecho no lo era. Por el contrario, su nombre está ligado a uno de los mayores escándalos de corrupción que han salpicado a la petrolera estatal venezolana PDVSA y su filial en Estados Unidos, CITGO.
Morales Divo es un empresario cuyo historial incluye una declaratoria de culpabilidad ante tribunales estadounidenses por su participación en un complejo esquema de sobornos y lavado de dinero. En un expediente que permaneció sellado durante las primeras etapas del proceso judicial, se declaró culpable de conspiración para violar la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero (FCPA), entre otros cargos relacionados. Su rol se inscribió dentro de una vasta red criminal que involucraba a otros contratistas y el uso de empresas pantalla para canalizar pagos ilícitos.
El modus operandi de la trama consistía en el pago de sobornos para asegurar contratos con PDVSA y CITGO. Estos fondos eran transferidos a cuentas en paraísos fiscales como Panamá y Suiza, para luego ser lavados en Estados Unidos a través de la adquisición de bienes, principalmente propiedades inmobiliarias en Texas. La participación de Morales Divo fue una pieza clave en este engranaje de corrupción transnacional, desmantelado por el Departamento de Justicia de Estados Unidos.
El origen del supuesto milagro: Sobredosis, coma y un oportuno mecenazgo

Para comprender la magnitud de la historia que se intentó construir en torno a Gonzalo Morales Divo, es necesario remontarse al origen de su grave crisis de salud. Lejos de un padecimiento ordinario, su ingreso a un hospital de Miami se debió a una supuesta sobredosis de “cocaína rosada” durante una fiesta, un hecho que fue convenientemente omitido en los informes presentados a las autoridades eclesiásticas. A raíz de esta intoxicación, el empresario sufrió una falla multiorgánica que comprometió su corazón, hígado, riñones y cerebro, obligando a los médicos a inducirle un coma para salvar su vida.

Durante semanas, su pronóstico fue reservado. Al despertar, las secuelas eran evidentes: presentaba serias dificultades para hablar, así como problemas de coordinación y motricidad, con un diagnóstico que apuntaba a un posible daño cerebral irreversible. Sin embargo, tras meses de rehabilitación y fisioterapia, logró una recuperación total que fue calificada por su entorno como “inexplicable” y atribuida a la intercesión de José Gregorio Hernández, a pesar de que Morales ni siquiera era devoto del beato venezolano.
Fue en este punto donde la historia de una recuperación médica se entrelazó con una calculada campaña religiosa, en la que, según rumores, había miembros del clero interesados en sacar rédito del “marketing” derivado de la canonización. Morales Divo, mientras, se convirtió en el principal impulsor y patrocinador del proceso para que su caso fuera reconocido como el segundo milagro. Según un reportaje de El Publique en 2023, el empresario financió de su propio bolsillo todos los gastos asociados a la investigación, incluyendo los viajes, viáticos y alojamiento de los clérigos venezolanos, miembros del tribunal eclesiástico, que se trasladaron desde Caracas a Miami para estudiar y certificar la veracidad de su sanación. Esta participación financiera directa arrojó desde el principio una sombra de duda sobre la objetividad e integridad de todo el proceso.
El engranaje para validar la prodigiosa recuperación de Gonzalo Morales Divo se puso en marcha con la conformación del tribunal eclesiástico ad hoc, cuya misión era investigar a fondo el caso y armar el expediente que sería presentado ante la Santa Sede. Este comité, integrado por un grupo de clérigos venezolanos, era el responsable de recabar testimonios, analizar los exhaustivos informes médicos y certificar si la sanación cumplía con los rigurosos criterios que exige la Iglesia para ser considerada un milagro.

El procedimiento, sin embargo, representó una inversión casi sin precedentes del protocolo canónico. En lugar de que el interesado o sus promotores acudieran a las instancias diocesanas correspondientes en Venezuela para presentar el caso, fue el propio tribunal el que se desplazó al extranjero. Los miembros de la comisión viajaron desde Caracas hasta Miami, Florida, ciudad de residencia del empresario, para llevar a cabo todas las diligencias directamente en su entorno.
Esta investigación a domicilio se desarrolló bajo circunstancias que comprometían gravemente su imparcialidad. Las pesquisas, las entrevistas con el personal médico que atendió a Morales, la revisión de la voluminosa documentación clínica y los encuentros con el propio empresario se realizaron en Miami, en un terreno logísticamente controlado y financiado por el mismo individuo cuyo supuesto milagro se evaluaba. Esta metodología creó una situación irregular, donde los jueces de la causa eran, en esencia, huéspedes de la persona cuyo testimonio y sanación estaban juzgando, desdibujando por completo la necesaria línea de independencia que un proceso de esta naturaleza exige.
De “Filadelfia” a Allenwood: El periplo carcelario del empresario

El historial judicial de Gonzalo Morales Divo no se limita a los fríos documentos de un expediente. Su implicación en la trama de corrupción tuvo consecuencias tangibles que lo llevaron a cumplir una pena de prisión en Estados Unidos. Aunque informaciones extraoficiales apuntaban inicialmente a una detención en Filadelfia hacia finales de 2023, investigaciones periodísticas en 2024 precisaron los detalles de su reclusión. Morales Divo purgó varios meses de condena, entre finales de 2023 y mediados de 2024, en la prisión de mínima seguridad de la Institución Correccional Federal Allenwood, ubicada en el estado de Pensilvania.
Este centro forma parte de un complejo penitenciario federal más amplio, el FCC Allenwood, que también alberga instalaciones de seguridad media y máxima. La ubicación del correccional es remota, enclavada en una zona eminentemente rural a unas 75 millas al norte de Harrisburg, la capital del estado, y a aproximadamente 265 kilómetros al noroeste de Filadelfia, un trayecto de unas tres horas por carretera. El entorno, alejado de los grandes núcleos urbanos, contrasta marcadamente con el lujoso estilo de vida de Morales Divo y del asociado a los esquemas de corrupción en los que participó.
La liberación de Morales Divo estaba originalmente programada para la tercera semana de mayo de 2024. Sin embargo, abandonó la institución a finales de abril de ese mismo año, unas semanas antes de lo previsto. Se presume que esta reducción de su condena fue el resultado de una combinación de factores, entre los que se contarían su buena conducta durante el internamiento y, de manera significativa, su colaboración con las autoridades federales en el desarrollo de la investigación contra otros implicados en la red de sobornos de PDVSA y CITGO.
Un patrón de “novedades” recicladas: El caso Vargas Irausquín como precedente
El de presentar informaciones ya conocidas, como grandes revelaciones, no parece ser un hecho aislado en la línea editorial reciente de César Batiz y su medio, El Pitazo. El anuncio sobre el reportaje de Gonzalo Morales Divo resuena con ecos de prácticas similares recientes. Este patrón de “periodismo de eco” quedó en evidencia hace poco, con la publicación de otro reportaje que siguió la misma fórmula: abordar un tema ya explorado por otros medios, pero envolviéndolo en un aura de exclusividad.
Un caso que sirve de espejo al actual es el reportaje reciente que Batiz dedicó al banquero venezolano Víctor Vargas Irausquín. Allí, el foco se centró en las polémicas que rodean al financiero, su yerno Luis Alfonso de Borbón, y las millonarias reclamaciones de los acreedores del Banco del Orinoco N.V. Esta entidad financiera, propiedad de Vargas y registrada en Curazao, se encuentra en un complejo proceso de quiebra en el que también se ha señalado la responsabilidad de su yerno.
Al igual que con la historia de Morales Divo, los pormenores del colapso del Banco del Orinoco, las acusaciones contra Vargas Irausquín y la implicación de su entorno familiar ya habían sido objeto de una amplia cobertura mediática por parte de otros periodistas y publicaciones antes de que El Pitazo lo presentara como un gran reportaje narrado por su director. Es así que, una vez más, se toma una narrativa ya existente y de dominio público, para reempaquetarla y transmitirla a través de un canal de YouTube, capitalizando el interés del público sobre temas de alto perfil, pero sin aportar necesariamente datos novedosos que no hubieran sido ya difundidos.
Crónica de un reportaje anunciado
“Mañana a las siete de la noche, te contaremos la historia de el milagro que no hizo falta para que José Gregorio Hernández fuera canonizado”. Con estas palabras, César Batiz inició su anuncio en redes sociales, el sábado 18 de octubre, prometiendo desvelar la identidad de un empresario “condenado por corrupción” cuya recuperación, “considerada por algunos médicos, incluso, milagrosa”, llegó hasta el Vaticano. La promesa de contar “quién es ese empresario” y los detalles de “ese milagro que no fue” se repitió con insistencia, construyendo una narrativa de suspenso en torno a una identidad y unos hechos que, como se ha demostrado, ya son públicos desde hace tiempo.

El discurso de Batiz omite deliberadamente que la historia de Gonzalo Morales Divo, su condena y su conexión con la causa del beato venezolano, no es un terreno inexplorado. Al presentarlo como una exclusiva, se genera una disonancia con la realidad informativa, donde múltiples medios ya habían puesto las cartas sobre la mesa tiempo atrás. La insistencia en que se trata de una historia que “vamos a contar” sugiere un descubrimiento propio, cuando en realidad se trata de una reorganización de material preexistente.
Una celebración nacional: Venezuela se une en la fe
Más allá de las polémicas que circulan en los márgenes, el corazón de Venezuela se ha preparado para celebrar un acontecimiento que trasciende lo terrenal. La canonización de José Gregorio Hernández no es solo un evento religioso; se ha convertido en un poderoso símbolo de esperanza y unidad nacional. La figura del “Médico de los Pobres”, que encarna la fusión de la ciencia, la fe y el servicio desinteresado al prójimo, reverbera profundamente en el alma colectiva.
La verdadera historia de la canonización de José Gregorio Hernández no reside en los milagros descartados ni en las polémicas recicladas, sino en la fe inquebrantable de un pueblo que, durante más de un siglo, lo ha reconocido como santo mucho antes de que Roma lo hiciera oficial.

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