Declaraciones recientes de Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos, cuya juramentación está prevista para el próximo 20 de enero, han generado controversia en torno al futuro del Canal de Panamá. El magnate ha sugerido que su gobierno podría intentar recuperar el control de la vía interoceánica, argumentando que Estados Unidos fue perjudicado al ceder el control a Panamá en 1999. Trump afirmó que los barcos actualmente enfrentan tarifas “ridículas” para transitar por el canal.
Estas declaraciones encontraron eco en una publicación del reconocido periodista Gonzalo Guillén en la red social X el pasado 8 de enero. Guillén alertó a sus seguidores sobre lo que considera un posible nuevo intento de Estados Unidos por influir en el destino del Canal de Panamá, haciendo referencia directa a las palabras de Trump.
En su mensaje, Guillén recomendó a sus seguidores la lectura de un capítulo de su libro, titulado “La Artillería de la Libertad” (“Medio Siglo de Periodismo”). El periodista destaca específicamente el capítulo titulado “Panamá, un país inventado por Wall Street”, sugiriendo que su contenido ofrece una perspectiva relevante ante las recientes declaraciones del presidente electo estadounidense.
La referencia al capítulo remite a los orígenes de la República de Panamá a principios del siglo XX. Según se detalla en la página del libro compartida por Guillén, la creación de Panamá como república separada de Colombia fue el resultado de un “artificio financiero tramado en Nueva York a comienzos del siglo XX”. El texto describe cómo “osados especuladores de la bolsa de valores de Wall Street” adquirieron a bajo costo las acciones de una compañía francesa creada por el vizconde Ferdinand Marie (Compagnie Universelle du Canal Interocéanique de Panama), en bancarrota tras los esfuerzos iniciales por construir el canal, tras ser autorizada por Bogotá. Posteriormente, estos inversionistas lograron vender los derechos al gobierno de Estados Unidos por 40 millones de dólares, obteniendo una significativa ganancia. Este contexto histórico es el que Guillén sugiere considerar a la luz de las recientes declaraciones de Trump.
Las afirmaciones de Trump han sido rechazadas por el presidente de Panamá, José Raúl Mulino, quien ha manifestado que el Canal de Panamá es y seguirá siendo propiedad panameña, y que las tarifas se establecen en función de costos operativos y la dinámica de la oferta y la demanda.
Trump también ha insinuado la creciente influencia de China en la región, sugiriendo que recuperar el control del canal podría ser una estrategia para contrarrestar el avance comercial chino en la zona.
De la inversión a la independencia: La génesis de Panamá según el libro de Guillén
El extracto del libro de Guillén profundiza en la cronología de los acontecimientos. Se detalla cómo, tras adquirir la compañía francesa, los especuladores de Wall Street no solo obtuvieron una considerable ganancia con la venta a Estados Unidos, sino que también promovieron y financiaron una revolución independentista en octubre de 1903. Según el texto, fue “preciso, en octubre de 1903, promover y financiar una revolución de independencia, constituir una república aparte, componerle un himno nacional y diseñarle una bandera que le dieran visos de legalidad a la confabulación”.
Este pasaje del libro sugiere que la creación de la República de Panamá no fue un proceso orgánico, sino una consecuencia directa de los intereses económicos y la influencia de actores externos. Guillén cita en la página del libro una frase del escritor Joseph Sanial-Dubay que resume esta perspectiva: “Los abusos, aun en el estado más sólido, son minas sordas que tarde o temprano estallarán”. Esta cita al inicio del capítulo refuerza la tesis del autor sobre la fragilidad de un estado nacido bajo estas circunstancias.
El texto también aborda el intento previo de construir el canal mediante la negociación del Tratado Herrán-Hay entre Colombia y Estados Unidos. Se menciona que “en las postrimerías del siglo XIX, Colombia había suscrito con Estados Unidos el Tratado Herrán-Hay con el fin de construir el canal, acuerdo que rechazó con rabia el Congreso Nacional colombiano”. Esta negativa del congreso colombiano a ratificar el tratado allanó el camino para la intervención estadounidense y el posterior apoyo al movimiento separatista panameño.
Ante la negativa colombiana, Washington optó por una vía que consideró más expedita: “Entonces, para avanzar sin más discusiones infinitas ni obstáculos legales, Washington se fue por la vía que estimó más expedita: promovió y financió un veloz movimiento separatista”. Esta descripción del proceso subraya la rapidez y la intervención directa de Estados Unidos en la creación de la nueva nación, elementos que Guillén destaca en su análisis.
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