Especial Santos Luzardo.-
Con el valor al que nos tiene acostumbrados, pocas horas atrás, el polémico politólogo Daniel Lara Farias desenmascaró inclementemente a la periodista farsante Sebastiana Barraez. Lara Farias comete varias imprecisiones, derivadas seguramente de su juventud. Aprovecharemos la ocasión para agregar datos importantes que nos permitirán tener una idea clara de quién es esa peligrosa psicópata. La Barraez es oriunda de los Andes y se da a conocer en Caracas cuando es contratada en el semanario Quinto Día de la mano del periodista Carlos Croes. Coincidió durante varios años en dicha publicación con el periodista Miguel Salazar. Siempre rivalizaron e incluso se detestaban. Esta señora, quien está bastante maltratada por la vida, desciende de un militante comunista que se dio a conocer por su participación en atracos a entidades bancarias y la frialdad y crueldad con la que asesinó, en tales acciones, a varios policías. Su hija es de piel bastante oscura, lo que nos indica que similar debe ser la tonalidad de piel del padre biológico de la chica. En varias ocasiones se ha rumorado que la hija de la Barraez estuvo recluida en Cuba en una clínica para adictos a las drogas. Su gran amor fue el terrorista Juan Montoya, alias “Juancho”.
A continuación, el historial de Juancho Montoya:
Ex coordinador del movimiento Secretariado Revolucionario de Venezuela, que agrupa a varios colectivos de Caracas y del estado Vargas. Nació el 4 de noviembre de 1962. En el año 2000 ingresó al Instituto Autónomo de Policía de Caracas. Fue detenido en mayo de 2010 por agentes del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, por su presunta participación en el atentado con explosivos contra la sede de Fedecámaras a principios de 2008. Fue imputado por los delitos de terrorismo, asociación para delinquir, uso indebido de arma de fuego y uso de documento falso. La investigación La conexión Carapaica reveló su posición de líder del movimiento Carapaica, organización armada del sector 23 de Enero -ubicado al oeste de Caracas-, bajo el seudónimo de Murachí. Fue asesinado el 12 de febrero de 2014 durante los hechos violentos ocurridos tras una marcha estudiantil. Recibió un impacto de bala en el rostro. El presidente Nicolás Maduro aseguró que Montoya y un Bassil Dacosta, un joven también asesinado tras la protesta, habían fallecido a causa de la misma arma. Meses después, sin embargo, el imputado y posteriormente acusado por este caso fue Hermeregildo Barrera Niño, líder sucesor de Montoya en el colectivo Secretariado Revolucionario de Venezuela. Ello, mientras que el asesinato de Dacosta fue atribuido al comisario del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), José Perdomo. Barrera se declaró inocente. Sin embargo, a pesar de las versiones oficiales, Sebastiana Barraez le atribuye su muerte al gobierno y es allí donde se origina su odio en contra de Nicolás Maduro. Por razones desconocidas por nosotros hasta el momento, miembros de este colectivo se instalaron en el estado Anzoátegui cuando Tarek William para tratar de reunir pruebas que pudieran conducir a su destitución. Sebastiana Barraez es egresada de la Universidad de Los Andes (ULA), fanática religiosa (evangélica) y su hermano ha ocupado cargos oficiales.
Esta periodista, que se presenta como “especialista en temas militares”, está vinculada a grupos armados de “paracos” colombianos, extorsiones, chantajes y amenazas a quienes se atrevan a publicar algún reportaje en contra de sus amigos y aliados. A continuación, lean la carta que públicamente le escribió Atahualpa Montes:
Carta de Atahualpa Montes a Sebastiana Barraez:
Señora Sebastiana Barraez:
Señora, permítame utilizar ese calificativo en vez del de periodista, para ver si logro de esa manera que se comporte con más ética que la que manifiesta en su condición de “fablistan hembra” o “fablistana”, en el lenguaje novísimo del señor Maduro. Entiendo su deseo, como hija, de enaltecer de alguna manera la memoria de su padre, pero pareciera que, para lograrlo, necesita endilgarme a mí todo un arsenal de acusaciones sin aportar ni la más mínima prueba, lo cual la deja muy mal parada frente a la opinión pública, que solo lee lo que su rencor hacia mí le dicta sin señalar nada, absolutamente nada, que haga buenas sus acusaciones. Vamos a puntualizar.
- Su padre, Víctor Barraez, señora, era un asesino frío y despiadado, aunque en su casa fuera un padre amantísimo y un abnegado esposo. Formaba parte, como figura importante, de una organización criminal dedicada a asesinar policías y soldados con tiros «de cachito», como los llamaba Rómulo Betancourt, es decir, a traición, por mampuesto, por la espalda. Las páginas de los diarios de la década de los 60 están llenas de fotografías y reseñas de decenas de asesinatos cometidos por esa organización a la que pertenecía su amantísimo padre. Esa organización criminal, señora, cometía actos de terrorismo en los que murieron centenares de venezolanos, incluyendo niños, víctimas de las bombas que colocaban al voleo, en cualquier parte, y su papá, señora, aupaba todas esas acciones criminales desde los volantes que por miles producía, con contenido incendiario, llamando a matar, a destruir, a aterrorizar, con el solo propósito de tomar el poder por las armas y llevarnos a lo que al final consiguieron con la llegada del sabanetero Hugo Chávez a Miraflores. ¡Sí, señora, de aquellos polvos vinieron estos lodos!
- El médico al que se refiere como el “ángel salvador” de la vida de Víctor Barraez, señora, hasta donde llegan mis recuerdos, murió antes de que su padre fuera ingresado al hospital con la herida leve que sufrió en un brazo. Y precisamente en eso, en ese asesinato, se basaron los médicos “rojos rojitos” del Antonio María Pineda para exigir que nadie entrara armado a ese centro de salud, incluyendo a funcionarios policiales, ¡de Ripley pues! Pero, al más puro estilo de Jesús de Nazareth, usted lo resucita con su pluma vengadora y lo presenta como el buen samaritano que evita que yo mate a su progenitor. Así pues, Jesús y usted para los que salgan.
- Dice usted, señora, que su papá se salva por esa intervención post mortem del médico asesinado en el hospital y yo le digo que si esa era mi intención, siendo yo el jefe máximo de la Digepol en Lara y Falcón, ¿para qué ordené que lo llevaran a recibir asistencia médica en el hospital? Déjeme decirle que, en lo que quizás usted tenga razón, es en que si el que le dispara a su padre hubiera sido yo, nos habríamos evitado la muerte de un policía desarmado y las heridas múltiples de otro, a manos de las UTC que rescataron a Barraez y de él mismo, que le disparó el tiro de gracia al Oficial Rojas y lo dejó por muerto. Ya le dije anteriormente que, si usted quiere entrevistar públicamente al Comisario Rojas, yo lo consigo, si no ha muerto a estas alturas, para que él mismo le cuente la valerosa acción de su padre frente a un enemigo herido con por lo menos seis balazos de subametralladora, desarmado y muriéndose en el suelo. Anímese y prepare una buena entrevista pública y sin editar.
Comisario Atahualpa - También dice usted que yo estoy refugiado en los Estados Unidos y, una vez más, miente descaradamente porque nunca he pedido asilo en ese país. Y si se toma la molestia de revisar con sus contactos —que seguro los tiene por herencia— mi movimiento migratorio, desde la llegada del degenerado de Chávez al poder hasta la fecha, verá que ingresé a Venezuela libremente en por lo menos cinco oportunidades, por el aeropuerto Simón Bolívar de Maiquetía, sin que nadie me molestara y presentando mi pasaporte venezolano sin alteraciones de ningún tipo. También verá que en una de esas entradas, permanecí en el país durante 8 meses, cumpliendo con un contrato para reorganizar los servicios de seguridad privada del centro comercial San Ignacio en Chacao. Durante esos ocho meses, señora, miles de personas me vieron a diario en ese lugar, sin escoltas, armado legalmente, eso sí, por si acaso algún discípulo de su casi canonizado padre sentía que debía cobrarme alguna cuenta, de esas como la suya. Nadie, señora, ni particular ni a nivel gubernamental, incluyendo la Comisión de la Verdad, creada por el gobierno comunista para hurgar en todos los sitios posibles a fin de enjuiciar a funcionarios policiales y militares de épocas anteriores a ellos, me ha señalado nunca, ni me han imputado por la comisión de algún delito, sea este cual fuere.
- En fin, señora, la historia contemporánea de Venezuela contiene los hechos que yo una vez más le envío a usted y en ellos queda demostrado que su padre formaba parte de una organización criminal y terrorista, que intentó matar a un funcionario policial herido y desarmado, que manejaba una unidad de propaganda de las FALN en la que se producía propaganda guerrerista incitando a matar, a colocar bombas y a destruir en todo el territorio venezolano en nombre del comunismo internacional, y que yo era un policía que cumplió con su deber al investigarlo y ordenar su detención, cuando esta se produjo y por la cual asumí y asumo hoy toda la responsabilidad. Para mí, este capítulo queda cerrado. Piense y diga usted lo que se le antoje y continúe convirtiendo su profesión en un arma de venganza, nada de lo que diga o piense va a cambiar los hechos ni va a transformar a su padre en un santo niño de Atocha.
Tomado de la carta de Atahualpa Montes a la periodista Sebastiana Barraez:“Su padre, Víctor Barraez, señora, era un asesino frío y despiadado.”
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